Vallejo comienza su poema con una vívida imagen de un hombre azotado por las tormentas de la vida. Sus pasos se tambalean, su espíritu se siente agobiado, pero en medio del caos, una voz se alza dentro de él, una voz que le susurra: "Siempre listo".
Es una voz que nos recuerda que, por muy duras que sean las circunstancias, nunca debemos perder la capacidad de levantarnos. Es una voz que nos invita a abrazar el espíritu de la lucha, a mantenernos firmes frente a la adversidad y a nunca rendirnos, por mucho que el camino se torne arduo.
Vallejo describe cómo las heridas de la vida pueden dejar cicatrices en nuestro ser, pero también nos moldean y nos fortalecen. Las lágrimas que derramamos nos purifican, y las tormentas que enfrentamos nos templan el alma. Nos enseñan a valorar cada momento, a apreciar la belleza que nos rodea y a aferrarnos a la esperanza, incluso cuando todo parece perdido.
"Siempre listo" es más que un simple poema; es un faro de esperanza para todos aquellos que luchan en las tormentas de la vida. Nos recuerda que dentro de cada uno de nosotros reside una fortaleza inquebrantable, un espíritu que nunca puede extinguirse. Nos impulsa a levantarnos cada vez que caemos y a mantenernos firmes frente a los vientos contrarios, porque incluso en los momentos más oscuros, siempre estamos listos para afrontar lo que nos depara el futuro.
Así que salgamos al mundo, abracemos el espíritu de "Siempre listo" y caminemos con paso firme hacia el amanecer. Enfrentemos los desafíos con valentía, sabiendo que tenemos dentro de nosotros la fuerza para superarlos. Mantengamos la esperanza viva en nuestros corazones, porque siempre estamos preparados para las tormentas que se avecinan y para el sol que vendrá después.