La primera profecía




Mi abuela solía decirme que la vida es como un hilo, una hebra delicada que se teje y desteje a lo largo de nuestro recorrido. Un hilo que, según ella, estaba escrito en las estrellas desde el momento en que nacíamos.
Yo, como buena nieta escéptica, siempre me reía de sus supersticiones, pero recuerdo especialmente una historia que me contó cuando era niña. Una historia que, con el paso de los años, nunca he podido olvidar.
En un pueblito remoto, donde las estrellas brillaban con más intensidad que en cualquier otro lugar del mundo, vivía una joven llamada Anya. Anya era una chica dulce y soñadora, con el corazón lleno de inocencia y el alma repleta de esperanza.
Una noche, mientras caminaba bajo el manto estrellado, Anya se encontró con un anciano extraño. El anciano tenía una mirada profunda y misteriosa, y le dijo a Anya que había sido elegida para una misión especial.
"Tú eres la elegida", le dijo. "Llevas dentro de ti el don de la profecía, el poder de ver el futuro".
Anya se quedó atónita. Nunca había imaginado que pudiera tener un don así. Pero el anciano insistió, diciéndole que su destino era guiar a su pueblo hacia un tiempo de paz y prosperidad.
Anya aceptó su misión con valentía y determinación. Desde aquel día, sus sueños se llenaron de visiones del futuro, visiones de un mundo mejor donde la guerra y el sufrimiento desaparecerían.
La gente del pueblo, al enterarse del don de Anya, la recibió con asombro y reverencia. La consultaban para todo tipo de decisiones, desde asuntos domésticos hasta asuntos de guerra. Y Anya, con su sabiduría y sus visiones, siempre los guiaba por el camino correcto.
Pero no todo fue un camino de rosas. Anya también tuvo que enfrentarse a la oscuridad, a los que no creían en su don y a los que temían el cambio. Incluso hubo quienes intentaron matarla, silenciando para siempre sus profecías.
A pesar de los peligros, Anya nunca flaqueó. Sabía que su destino era guiar a su pueblo hacia un futuro mejor, y estaba dispuesta a sacrificarse por ello.
Y así, la joven Anya, la elegida, se convirtió en la primera profetisa, la que guió a su pueblo hacia una época dorada de paz y armonía. Su historia se transmitió de generación en generación, inspirando esperanza y recordando a todos que incluso en los tiempos más oscuros, siempre hay una luz que brilla en el horizonte.
"La primera profecía", el hilo invisible que une el pasado, el presente y el futuro. Un hilo que nos recuerda que todos tenemos un destino, una misión que cumplir. Y que, a veces, incluso los más escépticos pueden encontrar su verdadera vocación en las estrellas.